El legendario cantante se encontraba desde principios de agosto internado en un hospital y en la última semana regresó a terapia intensiva tras presentar una inflamación de sus vías respiratorias.
Nacido el 17 de febrero de 1940 en Huentitán el Alto, perteneciente al municipio de Guadalajara, de padre ranchero y madre ama de casa, se dice que tiene en su haber más de 100 álbumes y es considerado el cuarto “gallo” entre los ídolos históricos del género de la ranchera, junto a los maestros Javier Solís, Pedro Infante y Jorge Negrete.
A lo largo de su vida, Fernández superó diversas enfermedades, como un cáncer de próstata en 2002, la extirpación de un tumor en el hígado en 2012, una trombosis que le hizo perder la voz en 2013 y una cirugía para extraer unas hernias abdominales en 2015.
En los últimos tiempos estuvo alejado de los escenarios, pero sin olvidar sus raíces y su profundo amor por la música que lo emocionó durante cinco décadas de carrera.
“Es muy difícil recordar tantos años, pero los que viví en mi carrera me los llevo muy adentro de mi corazón y para mí siempre va a ser el público una cosa que llevaré como mi familia, los querré siempre como tal”, dijo a medios de comunicación en 2020 en una de sus últimas declaraciones públicas.
El intérprete de “Mujeres divinas” es considerado una leyenda de la cultura mexicana y tronco de una dinastía artística que incluye a su hijo Alejandro Fernández y otros familiares.
Aunque en 2016 anunció su retiro de los escenarios eso no impidió que siguiera grabando canciones y realizando presentaciones especiales con sus hijos y nietos, quienes han seguido sus pasos en la música popular mexicana.
En sus últimos años el intérprete se dedicó a su esposa Cuquita, sus hijos Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra y a sus 11 nietos, además de trabajar en las labores de crianza de animales en su rancho.
Fernández recibió en estas décadas de trabajo todo tipo de galardones y reconocimientos, entre ellos Grammys y premios Lo Nuestro. Regularmente encabeza los listados de la Revista Billboard y ha vendido más de 65 millones de discos.
Con su característico sombrero ancho y siempre en compañía de un buen mariachi, actuó en los escenarios más prestigiosos del mundo, algunos como el Auditorio Nacional y la Plaza de Toros, en la capital mexicana; el Madison Square Garden y el Radio City Music Hall de Nueva York.
Polifacético como pocos, además de dedicarse a la música, participó en más de 25 películas, donde con frecuencia realizó el papel de charro (personaje que viste el traje típico mexicano y canta rancheras) o vaquero, lo que le valió una estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood.
“Mientras ustedes no dejen de aplaudir, su Chente no dejará de cantar”, era la frase más esperada de este astro de la canción mexicana, en cuyos conciertos afloraba esa costumbre suya de no soltar el micrófono hasta que cesaran los aplausos.
Esto hacía que sus funciones pudieran prolongarse por horas sin demérito de su voz ni de su espectáculo.