La requisa al yate “Flying Fox” forma parte de una investigación “sobre presunto lavado de activos y tráfico de armas”, de acuerdo con un comunicado del Ministerio Público.
La entidad, que no precisa el nombre del propietario de la embarcación, indicó que pidió la orden para ingresar “en virtud de una cooperación jurídica formal” hecha por Estados Unidos y “en virtud de los acuerdos internacionales de lucha contra la criminalidad y el delito” firmados por el país.
Según la nota, Estados Unidos “tiene abierta una investigación en contra de varios objetivos dedicados al lavado de activos a escala internacional“.
El barco, uno de los yates de recreo más lujosos del mundo, pertenece al empresario ruso Dmitri Kamenshchik, propietario del aeropuerto Domodedovo de Moscú, según la revista Forbes.
El pasado 25 de marzo, agentes de la oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional de Estados Unidos (HSI, por sus siglas en inglés) visitaron el yate,que está anclado en el puerto de Santo Domingo desde el 21 de ese mes.
En su visita de inspección, los agentes estadounidenses estuvieron acompañados de oficiales de diversos organismos dominicanos.
El “Flying Fox” mide 136 metros de eslora, cuenta con once cabinas, un helipuerto, una piscina de 12 metros, un spa de dos pisos y 400 metros cuadrados, un cine y un centro profesional de buceo, entre otras instalaciones.
La empresa Imperial Yachts alquila el barco por una tarifa mínima de 3,5 millones de dólares semanales, según informaciones de la página web de esta concesionaria.
A raíz de la invasión rusa de Ucrania, Estados Unidos aprobó diversas sanciones que afectarían a empresarios cercanos al presidente ruso, Vladímir Putin, muchos de ellos propietarios de embarcaciones de lujo.