El rey Carlos III ya ha sido investido con la corona de San Eduardo, entre los gritos de “God save the king” (Dios salve al rey, en castellano). Es el principal momento de la ceremonia que siguen 2.000 asistentes en la abadía, miles de ciudadanos bajo una lluvia intermitente de Londres y millones de espectadores desde sus pantallas. Previamente, el monarca de 74 años ha sido ungido, el único momento que no ha sido público del mediático acontecimiento, y ha jurado el cargo ante la Biblia. E inmediatamente después de estos momentos, ha sido ungida y coronada también su esposa, la reina Camila. Por la mañana, la policía británica ha detenido a siete personas por “alterar el orden” y como “sospechosos de conspiración para causar disturbios públicos”. Un portavoz del grupo antimonárquico Republic asegura que uno de los arrestados es su líder, Graham Smith. El grupo está detrás de la protesta #NotMyKing (No mi rey, en castellano).
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Ahora sí: Londres exclama “Dios salve al rey”
Pasado un minuto de las 12:00 de la mañana, el arzobispo de Canterbury ha colocado la corona de San Eduardo al rey Carlos. Entonces, desde todos los rincones del Mall y del parque de Saint James, se han empezado a escuchar aplausos, gritos ‘Vivas’, incluso algún ‘Dios salve al rey’. Hay incluso quién ha aprovechado para descorchar alguna botella de champán.
La imagen posterior en la que las cámaras de la abadía de Westminster enfocaban al pequeño Jorge, el primogénito de los príncipes de Gales y paje del rey, ha terminado de convencer a los congregados, que han soltado un cariñoso “Oooohhh” y que han vuelto a aplaudir corta, pero estruendosamente tras cañonazos de la Torre de Londres y los dos minutos de la fanfarria.
