Un colmillo humano supera por poco un centímetro de longitud, mientras que el del gran tiburón blanco puede alcanzar los siete centímetros. Ahora imagínate un “tiburón” con dientes de 20 centímetros, imagínate un animal marino de 20 metros con un peso de 100 toneladas y una fuerza mandibular de 182.201 newton, cinco veces más que el Tyrannosaurus rex que, según se estima, tenía 30.
Si hemos tenido alguna vez en la historia un animal que podría calificarse de “monstruo”, sin duda ha sido este: el megalodón. Acompáñanos en este viaje en el tiempo hacia el Plioceno—hace más de tres millones de años— para desvelar los secretos del superdepredador más feroz de la historia de nuestro planeta.
Un pez con dientes de 20 centímetros
El hecho de que el megalodón sea conocido especialmente por el descomunal tamaño de sus dientes es mucho más que un anzuelo efectista para despertar el interés sobre este animal marino: es el elemento clave en el estudio del Carcharocles megalodon, conocido popularmente por su “apellido”, que es muy pertinente.
Y es que, al contrario de lo que sucede con los dinosaurios que nos han legado huesos fosilizados que facilitan su estudio, del megalodón apenas quedan restos de centros de vértebras… y dientes. Al estar formado por cartílago más que hueso, sus restos fósiles son mucho más limitados.
Por suerte tenemos dientes que durante siglos fueron considerados restos de dragones, serpientes gigantes u otros animales míticos. Hasta que llegó el naturalista danés Nicolás Steno a mediados del XVII para catalogar estos dientes como restos de un ancestro del tiburón, algo que luego se ha puesto en duda. Sea como fuere, sus dientes están ahí: con forma triangular, estructura robusta y bordes finamente aserrados llegando a rozar los 20 centímetros con 13 de diagonal en su parte más ancha.
Más grande que el tiburón ballena, más pesado que el cachalote
El profesor Bashford Dean que hizo una famosa reconstrucción de una mandíbula de megalodón concluyó que este animal podría haber llegado a rozar los 30 metros de longitud, el doble que un tiburón ballena, el pez más grande de nuestro tiempo, pero estudios más recientes sitúan su tamaño medio en unos 16 metros.
¿Por qué se extinguió el megalodón?
Explicar las razones por las que una especie se extinguió no es solo un reto fascinante (y exigente) para biólogos y paleontólogos, sino también una forma de aprender sobre las especies que están actualmente en peligro de extinción. Y, en última instancia, reflexionar sobre nuestra propia extinción como especie.
En el caso del megalodón, las investigaciones acerca de la extinción siguen de plena actualidad, barajándose dos hipótesis principales ya apuntadas más arriba. Por un lado, la competencia de otros animales marinos, como el propio tiburón blanco que, aunque más pequeño, también por esa razón pudo sobrevivir como especie con más facilidad ante la escasez de alimento.
Y, por otro, por el proceso de enfriamiento oceánico que tuvo lugar hace aproximadamente tres millones de años cuando el cierre del paso marítimo de Centroamérica causó grandes cambios ambientales y, a su vez, enormes alteraciones en la fauna, empezando por la que vivía en los mares.
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