La historia de estos tórtolos se inició en 1944. Cuando apenas eran novios, Royce tuvo que abandonar la nación norteamericana para participar de la Segunda Guerra Mundial, por lo que decidieron casarse y la premura no les permitió recrear su boda de ensueños, sin fiesta, ni traje o vestido ni fotógrafo que guardara para la historia tan importante momento para la pareja.
No obstante, tras casi ocho décadas cargadas de amor y rozando los 100 años de edad, la residencia de ancianos donde viven decidió organizar la ceremonia que nunca tuvieron, luego de pedirles para su aniversario un retrato de cuando se supone celebraron nupcias y respondieron que no tenía recuerdos fotográficos de ese día.
A sus 97 años, Frankie vistió su anhelado vestido blanco de bodas mientras posaba para el lente junto a su amado en los jardines de St. Croix Hospice (en Oelwien, Iowa), ancianato donde residen y lugar que fue ambientado con música de aquella época cuando dieron el “sí, acepto” para siempre.
El ritmo que guio los pasos de su reciente “primer baile” estuvo a cargo del musicoterapeuta del centro para envejecientes.
Medios estadounidenses señalan que Royce, de 98 años, fue teniente coronel en la Fuerza Aérea hasta 1972; mientras que Frankie fue ama de casa y auxiliar dental, además de dedicarse a la floristería.
Producto de su amor surgió su único retoño, una hija que sirvió de cómplice para lograr el evento. Además de vestir a su madre, hizo de acompañante hasta el encuentro con su compañero de vida y “único amor verdadero”, quien esperaba emocionado en un altar improvisado en el jardín, con su uniforme militar.
