tomó por sorpresa a sus rivales adelantando los comicios con la esperanza de ganar más apoyo.
Sánchez puede añadir la noche electoral a la lista de contraataques de su carrera, construida a base de victorias improbables. El líder de 51 años tuvo que liderar un motín de los militantes socialistas para recuperar el mando del partido antes de ganar la única moción de censura victoriosa en la política español para derrocar a su predecesor, del Partido Popular, en 2018.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, parecía tener aún menos posibilidades de formar una mayoría.
Feijóo centró la campaña del PP en la idea de que Sánchez no era digno de confianza. Los socialistas y otros partidos de izquierdas, por su parte, enarbolaron el temor a que Vox llegara al poder como socio minoritario en una coalición liderada por el PP.
Un gobierno de PP y Vox habría supuesto que otro miembro de la UE se movía firmemente a la derecha, una tendencia ya registrada en Suecia, Finlandia e Italia. Países como Alemania y Francia están preocupados por lo que ese cambio podría suponer para las políticas migratorias y medioambientales
de la UE.
Vox, sin embargo, perdió 19 escaños respecto a cuatro años antes. Las elecciones se produjeron durante el turno de presidencia de España en la Unión Europea, y un buen resultado de Vox se habría hecho sentir en la política comunitaria.
Feijóo intentó distanciar al PP de Vox durante la campaña. Pero al adelantar los comicios, Sánchez hizo coincidir la campaña con los pactos de PP y Vox para gobernar juntos en ayuntamientos y regiones tras las elecciones de mayo.
Vox basó su campaña en revocar las leyes contra la violencia de género. Y tanto el PP como Vox querían revocar una nueva ley de derechos de las personas transgénero y una ley de memoria histórica que intenta facilitar que las familias interesadas puedan exhumar los restos de las miles de víctimas del régimen de Franco que siguen desaparecidas en fosas comunes.