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viernes, noviembre 22, 2024
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En Netflix, El estafador de Tinder o cómo un clic te cambia la vida

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“Me da vergüenza pedir esto. Es algo muy personal” le escribe Simon Leviev, por whatsapp a una mujer que conoció por Tinder. El israelí que se hacía pasar por “El Príncipe de los diamantes”, heredero de un imperio de joyas, que muestra en su Instagram una vida de lujos, con viajes, hoteles y ropa de marca, y que a Cecilie la llevó en un jet privado, no le pide nada sexual que lo avergüence.

El estafador de Tinder, el documental de Netflix que debido a su impresionante éxito en pocos días en el streaming en los Estados Unidos se convertirá en una película de ficción -y vaya que hay material como para que, tiramos una idea, ¿Ben Affleck lo protagonice?- no cuestiona a la App y mucho menos tiene un mensaje “moralista” o santurrón sobre la aplicación de citas.

El comienzo hace un pantallazo sobre lo que es Tinder, el matcheo, la búsqueda de sexo pasajero o “del amor de mi vida”, y vaya que es cierto aquéllo de “cómo un clic puede cambiar tu vida”.

Si no lo creen, pregúntenle a la noruega Cecilie Fjellhøy. O a la sueca Pernilla Sjøholm. O ta vez a la checa Ayleen Charlotte.

Match point

Empecemos por Cecilie, que estando en Londres matchea a Simon, y recibe una respuesta casi inmediata de Simon, y una invitación a almorzar en el Four Seasons de Park Lane. Cecilie, a quien “no importan las desilusiones previas”, que vive como en un mundo de fantasía de La Bella y la Bestia y otras películas románticas de Hollywood, que desea embarcarse en una vida nueva y que sabe que “encontrar al príncipe azul en la vida real es más difícil”, no lo duda cuando recibe la invitación de Simon de llevarla, ya, en un jet privado a Sofía (Bulgaria).

La noruega, rubia, atractiva, joven, se dice una experta en Tinder. Tiene 1024 matchs. Y no desconfía del Rolls Royce que pasa a buscarla por su hotel para llevarla al aeropuerto. “Esto es una locura”, dice ella, pero una locura que la seduce. “Siento mariposas, tuvimos el primer beso más perfecto” bla, bla, bla.

Simon enamora a las mujeres -¿ingenuas? ¿Pero y las fotos, y los hoteles, y las cenas costosas, y los viajes en avión?-, que creen ver en él al amor de sus vidas. Les dice que quiere casarse con ellas, formar una familia, compartir un piso en Amsterdam o en Londres.

Hasta que llega el pedido vergonzoso.

Simon le manda fotos en las que Cecilie ve a Peter, su custodio, a quien conoció en el avión privado, ensangrentado. La gente de seguridad, le cuenta Simon, le pide que se esconda, que no use sus tarjetas de crédito “para que mis enemigos no me descubran”.

Primero será dinero en efectivo. Veinte mil dólares. Luego, una extensión de American Express, claro, a otro nombre, no el de Simon.

¿Pero el padre de Simon no es multimillonario dueño de LLD Diamonds? Si esa empresa existe. ¿Acaso no aparecen juntos padre e hijo en las fotos?

No revelaremos más, sólo que todo lo que se ve en El estafador de Tinder es real, cierto, verídico. Y los últimos tres, cuatro minutos, son realmente sorprendentes.

Debut en la dirección de la hasta ahora productora Felicity Morris (No te metas con los gatos: un asesino en Internet), el documental tiene un ritmo por momentos avasallante, que corre parejo con el nivel de mentiras de Simon.

La directora apela a archivos, como audios de whatsapp, fotos y textos que intercambiaba Simon con Cecilie y con las otras dos mujeres arriba mencionadas.

“Toda acción tiene su reacción”, alerta y amenaza Simon a sus amadas/víctimas. Sepan que sigue dando vueltas por Tinder, así que…

“El estafador de Tinder”

Buena

Documental. Reino Unido, 2022. Título original: “The Tinder Swindler”. 114’, SAM 13. De: Felicity Morris. Disponible en: Netflix

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