En la lucha por producir una vacuna para acabar con la pandemia mundial de la COVID-19, ocho países compiten y están al frente de la carrera. China, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, son las primeras naciones en obtener una vacuna y ya están realizando pruebas en humanos.
Estados Unidos está presionando para tener cientos de millones de vacunas disponibles para finales de este año. Sin embargo, los expertos dicen que la velocidad sin precedentes arriesga sacrificar la seguridad, y no hay garantía de que ninguna de las vacunas vaya a funcionar.
Ya los científicos de la Universidad de Oxford iniciaron las pruebas en humanos de su vacuna para el nuevo coronavirus la semana pasada.
Desarrollar una vacuna normalmente puede tomar hasta unos 20 años. Es normalmente probada en decenas de miles de personas antes de ser aprobada y distribuida masivamente, debido a temas de seguridad que podrían no ser evidentes inmediatamente.
Tres métodos
Los países que intentan desarrollar una vacuna están en tres categorías: la primera forma seria, la Técnica Clásica, que procura activar el Sistema inmunológico del paciente para que reaccione ante un virus, inyectándole una versión muerta del virus. Tres grupos de investigadores chinos están haciendo pruebas con virus desactivados.
El segundo método usa un virus para combatir otro. En muchos casos un virus como el Covid-19, ébola o el resfrío común, son virus como un sobre con instrucciones para crear más virus. En ésta innovadora estrategia para lograr una vacuna, los científicos eliminan las instrucciones de un virus y las remplazan con instrucciones para crear solo una parte del coronavirus.
Cabe destacar que una inyección del virus modificado no causa la enfermedad. El virus infecta algunas de las células del paciente, pero en lugar de copias del virus esas células producen solo una pieza del coronavirus.
El sistema inmunológico del paciente responde a la proteína del coronavirus para poder rechazar al invasor más tarde. Dos distintos grupos de China e Inglaterra están usando este enfoque.
La tercera nueva estrategia elimina al intermediario. En lugar de enviarle instrucciones al virus, los investigadores inyectan código genético para una pieza del coronavirus directamente al paciente en la forma de ADN o ARN.
Dos grupos están trabajando con vacuna ARN y uno con una vacuna ADN.
Los más nuevos métodos son rápidos y flexibles, según Kimberly Taylor, jefa de la sección de Desarrollo de Vacunas para la Biodefensa en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Contagiosas.
Ventajas y desventajas de cada técnica.
El sistema del virus muerto es el más probado y confiable. Pero matar el virus puede alterar su forma. El sistema inmunológico puede entonces responder al virus de forma diferente de lo que haría con un virus vivo.
Los medidores virales son una nueva estrategia, y no está claro qué tan bien funcionen los virus portadores de información para contrarrestar la enfermedad. En algunos casos, el hecho que las personas hayan sido expuestas al virus, puede reducir su efectividad.
Los científicos están preocupados de que el extremadamente apretado plazo de tiempo disponible no permitirá tener respuestas definitivas sobre si una vacuna es segura y efectiva.
Por ejemplo, durante una prueba clínica de 35.000 pacientes, los investigadores descubrieron que una vacuna contra el dengue hacía más daño que lo que ayudaba en niños menores de nueve años que no habían padecido de la enfermedad antes de recibir la vacuna. Terminaron sufriendo de casos más graves de dengue que aquellos que no habían sido vacunados antes de su primera infección de dengue.
Estados Unidos ha dado señales de tener acuerdos con dos firmas farmacéuticas por un total de 1.000 millones de dólares, que incluyen aumentar considerablemente la producción.
Redacción