Estados Unidos – La reciente intensificación de las redadas por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Estados Unidos ha generado alarma y preocupación a lo largo del país. En un incidente que ha resonado particularmente, una mujer fue detenida por agentes de ICE y, en un acto que ha desatado indignación, fue despojada de su hijo menor de edad.
El sábado pasado, las autoridades migratorias de Estados Unidos intensificaron sus operaciones para detener a migrantes indocumentados, llevando a cabo múltiples arrestos en diversas ciudades. Este incremento en la actividad de ICE se produce en un contexto de crecientes tensiones sobre la política migratoria del país.
Uno de los casos que ha capturado la atención pública es el de Ericka Quiroz, una inmigrante hondureña que, junto a su hijo Gael de 7 años, fue detenida por agentes de ICE a las afueras de un tribunal de inmigración en San Antonio, Texas, el pasado 29 de mayo. Las imágenes de la detención, que se volvieron virales, muestran la angustia de la madre y el menor, y han impulsado a miles de personas a donar para que la familia pueda apelar la desestimación de su caso de asilo.
Quiroz, reconocida activista LGBTQ en Honduras, ha expresado el miedo de ser deportada y separada permanentemente de su hijo.
Otro caso notable es el de Jessica Flores Marín, quien, tras 20 años en Estados Unidos, fue arrestada por ICE mientras defendía a su hijo en Georgia. Flores Marín, madre de tres hijos, se encuentra ahora bajo custodia en el Centro de Detención Stewart y enfrenta la posibilidad de ser deportada, lo que ha generado críticas al sistema migratorio estadounidense y un llamado de su familia y comunidad para su liberación.
Estas detenciones se enmarcan en una estrategia de aplicación de la ley migratoria que, según fuentes federales, busca alcanzar un objetivo diario de 3,000 arrestos a nivel nacional. Las redadas, descritas por algunos como de “estilo militar”, han resultado en la detención de cientos de personas, incluyendo residentes de larga data, trabajadores diarios y aquellos con estatus de asilo o DACA vencido.
La respuesta a estas operaciones no se ha hecho esperar. Múltiples ciudades, especialmente Los Ángeles, han sido escenario de protestas masivas, con miles de activistas por los derechos de los inmigrantes, estudiantes, líderes religiosos y familias, exigiendo el cese inmediato de las redadas y la liberación de los detenidos. Las manifestaciones han escalado a tal punto que el Presidente ha desplegado miles de tropas de la Guardia Nacional y Marinos en Los Ángeles, una medida que ha provocado una confrontación legal y política con el liderazgo de California.
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Las organizaciones de derechos humanos y los defensores de los inmigrantes han condenado enérgicamente estas acciones de ICE, argumentando que están causando un sufrimiento innecesario y desestabilizando a comunidades enteras. La separación de familias, como en el caso de la mujer despojada de su hijo, ha sido un punto central de la crítica, que resalta la crueldad de estas políticas.
A medida que las protestas continúan y la tensión aumenta, el debate sobre la inmigración en Estados Unidos se intensifica, poniendo en primer plano las consecuencias humanas de las políticas de aplicación de la ley migratoria.
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