spot_img
martes, noviembre 26, 2024
HomeNacionalesSeguridad Metro de Santo Domingo no está preparada para enfrentar altercados

Seguridad Metro de Santo Domingo no está preparada para enfrentar altercados

spot_img
Santo Domingo, Rep. Dom.- Entrar o salir de las estaciones del Metro de Santo Domingo, sin importar  que se cargue mochila o bulto,  se ha vuelto normal  y no  llama la atención de los agentes de seguridad, a pesar  de la violencia, criminalidad e inestabilidad emocional que se vive en la sociedad dominicana.Las autoridades del CESMET deberían reflexionar sobre que  el Metro de Santo Domingo es el medio de transporte masivo más importante del país, cuya seguridad interna para repuestas inmediatas se limita a un personal sin armas, ni accesorios para prevenir o enfrentar  una agresión.

Todo indica que la seguridad del Metro  se basa  principalmente en los agentes, quienes se mantienen en contacto con el centro de mando, por medio de radios de comunicación, en donde se  gestionan todas las incidencias en tiempo real. Además de los sistemas de seguridad mediante  cámaras de videovigilancia, además de alarmas.

No hay detectores de metales, ni  agentes  que aleatoriamente requisen a los pasajeros, tampoco hay agentes en todos los vagones, ya que estos sería algo imposible, y los que se ven no tienen armas (que deberían ser no letales, como macanas, pistolas eléctricas o gas pimienta).

Hasta ahora la seguridad está para impedir pequeños problemas de índole educacional y buenas costumbres, que se entre con camisetas con capuchas, para evitar que se violen algunas normas y para que los agentes lleven a personas con discapacidad a los vagones, solo para eso.

A las 6:18 de la mañana decenas de hombres,  mujeres y niños entran por la entrada principal  a la estación del Metro de Santo Domingo, Ercilia Pepín, ubicada en la avenida San Vicente de Paul con carretera Mella, llenando las escaleras de concreto y eléctricas para abordar el tren que viajará rumbo al otro lado de la ciudad.

A la llegada a la citada estación se pueden ver dos agentes del Cuerpo Especializado de la Seguridad del Metro, muchas personas deben usar las escaleras de concreto ya que dos de las eléctricas están dañadas.

Al llegar al segundo nivel varios agentes de seguridad se mueven de un lugar a otro de manera indiferente.

Ya en el andén a la espera del aparato para salir en el viaje, cientos de personas se aglomeran para esperar que llegue el tren. El aparato llega, las puertas se abren, todos entran, las puertas se cierran, y el tren sale a su recorrido.

Son cientos de personas que ahora están en el interior de los tres vagones del tren. Todos tienen ocupaciones diferentes, maneras muy distintas de ser, de actuar y de pensar. Muchos usan bultos donde llevan herramientas de trabajo, otras mochilas con una diversidad de cosas donde hay útiles de estudios o artículos de trabajo o simplemente lo que se quiera cargar.

En ocasiones hay que viajar muy pegados unos de otros en el Metro,  y se puede percibir, aparte de mal aliento y otros  malos olores, que algunos individuos llevan armas de fuego ocultas ya que se pueden notar por el tacto.

Pero, además, hay que pensar que no necesariamente todos los que tienen bultos solo llevan objetos de uso diario, o que todos los días llevan las mismas cosas, que han tenido un bello día y tienen las mismas intenciones. No. No se debe pensar eso.

También hay que pensar que algunos pueden llevar un día armas, y tener otra cosa en mente, que han tenido un mal día y que tienen intenciones peligrosas, porque muy a pesar de todo, muy en el fondo muchos hombres comunes tienen impulsos criminales.

Experimento social

Para escribir este reportaje a manera de “experimento social” decidí abordar el metro en una de las estaciones más concurridas. Mi apariencia es la normar de un individuo de esos que abordan diariamente  este medio de transporte, un hombre común y corriente.

Llevaba como siempre, y como cientos de personas también lo hacen, una mochila; pero ese día en especial para justificar lo que aquí se escribe llevaba dentro un cuchillo especial de esos que usan los grupos élites de las fuerzas especiales del ejército, además de un arma de perdigones que no pasaría inadvertida en los detectores de metales.

Preguntas

¿Qué pasaría si un día cualquiera, un hombre por una u otra razón lleva un arma dentro del metro y se ve envuelto en un enfrentamiento violento con otro individuo o con uno de los agentes de seguridad?, o por igual, ¿qué podría ocurrir si uno o varios individuos entran a las estaciones del Metro con intenciones terroristas?

No. Para nada es la intención de este trabajo dar malas ideas, o plantear escenarios terroríficos e imposibles de imaginar en Santo Domingo. Este reportaje tiene la finalidad de educar y crear conciencia sobre lo importante de tener medidas y protocolos de seguridad para que se puedan evitar hechos lamentables.

No deben esperar los diferentes servicios de inteligencia del país, o las distintas organizaciones ligadas  a la seguridad del Estado, esperar que hechos hasta ahora poco probables ocurran en centros de importancia por la cantidad de personas que lo visitan o tienen la obligación de asistir a ellos.

¡Cuidado!

Tomar medidas y previsiones de seguridad en nada implica restringir las libertades públicas y violentar los derechos al libre tránsito de los ciudadanos. No hay por qué hacer requisas solo por hacerla sin tener los protocolos de abordaje que no irriten a las personas.

Además hay que tener bien claro, la ocupación de un individuo y por qué anda con lo que tiene en su bulto o mochila. Una cuchilla aunque tenga varias pulgadas, en manos de un diseñador gráfico o estudiante, o un cuchillo en un hombre que va para un puesto de frutas que él tiene no debe tener significación de peligro.

Atentado

En octubre de 2014   el país se conmocionó al interesarse de la noticia  de un atentado terrorista en el Metro de Santo Domingo. No hubo muertos, pero  unas 35 personas resultaron con quemaduras, cuatro de ellas de gravedad. El ataque ocurrió entre las estaciones Mauricio Báez y Ramón Cáceres, en la avenida V Centenario, cuando el joven Francis Alberto González lanzó un artefacto incendiario dentro de un vagón. Este fue enjuiciado y condenado a 35 años de prisión.

SÚMATE A NUESTRAS REDES SOCIALES
2,515FansLike
52,000FollowersFollow
277FollowersFollow
16,900SubscribersSubscribe
Más noticias
- Advertisement -spot_img
Tendencia
- Advertisement -spot_img