Santo Domingo, Rep. Dom.- Un día como hoy, un año atrás, Luis Abinader levantó su mano en el salón de la Asamblea Nacional para juramentarse como presidente de la República Dominicana. Tuvo intentos fallidos para conseguir esa posición y, cuando la asumió, ha sido en un tiempo complejo: una pandemia global.
Trescientos sesenta y cinco días después, Abinader ha logrado conducir al país en medio del COVID-19, mantener la estabilidad económica -pese a un alto endeudamiento- y goza de una buena tasa de aprobación entre la población votante.
Pero a Abinader, de 54 años y miembro del Partido Revolucionario Moderno (PRM), la vida presidencial todavía le exige más. A su gobierno le faltan tres años, de acuerdo a la Constitución. Al comenzar el segundo, son muchos los retos que afrontará junto a los demás funcionarios que lo acompañan en la administración del país.
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Abinader, el político
En materia política, el presidente enfrenta altas y bajas, principalmente por las presiones en reclamo de empleos de sus compañeros de partido, la falta de consenso entre sus legisladores y el gran reto de fortalecer su figura rumbo al escenario electoral del 2024.
El gobernante arriba a su primer año de gestión todavía recibiendo solicitudes de puestos laborales. Algunas les llegan en inauguraciones y actividades a las que asiste, en las que se observan personas entregándole cartas y fólderes.
El pasado 9 de agosto, decenas de personas aprovecharon la presencia del mandatario en una rueda de prensa en el auditorio de la Policía Nacional, para entregarle fólderes, que fue compilando en sus manos y finalmente llevó consigo.
Meses antes, el 13 de abril, un hombre aprovechó un acto del Ministerio de Educación, y que estuvo encabezado por Abinader, para vociferar a todo pulmón: “¡Presidente!, ¡yo tengo una pregunta!: ¿y los perremeístas para cuándo?”. Aludía a los empleos para los militantes del PRM.
Además de los empleos, el jefe del Estado ha tenido que lidiar con las desavenencias de sus legisladores en la aprobación de determinados proyectos de leyes, incluidos los remitidos por el Poder Ejecutivo. Esa situación lo motivó a celebrar encuentros con los congresistas para armonizar la agenda legislativa con el Ejecutivo y decidir las prioridades a dar a las iniciativas de leyes.
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Sin embargo, el mayor desafío político que habrá de enfrentar será preservar la popularidad del Gobierno, evitar el desgaste de su figura ante la opinión pública y fortalecer al PRM. Esos factores serían vitales ante una eventual reelección presidencial.La salud más allá del COVID-19
En el gobierno de Abinader, el Ministerio de Salud Pública tiene una amplia agenda de temas pendientes por afrontar, más allá de la crisis sanitaria generada por la pandemia del COVID-19.
A decir del gremialista y pasado presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), Wilson Roa, la gestión de la salud en el país debe enfocarse en atender la histórica falta de equipos, personal y medicamentos.
Roa estima en más de 15,000 los médicos desempleados que –entiende– deberán ser incorporados al sistema para poder atender la demanda de servicios en los hospitales públicos.
Para eso –dice– el Gobierno debe aumentar el presupuesto del sector. Revive el viejo reclamo de que el sector salud pase del 2.9 % del Producto Interno Bruto (PIB) que recibe actualmente, al 5 % establecido por ley. También, deberá mejorar la distribución de esos recursos, dado que más del 60 % se destina a la gestión del agua y pago de personal.
Otro aspecto que deben tomar en cuenta las autoridades, conforme plantea Roa, es que la salud dominicana no requiere de intermediarios. Cree que deben sacar las administradoras de seguros de salud (ARS) del servicio y mejorar los centros de atención primaria.
“Lo que se requiere es un sistema de atención primaria fuerte, que permite prevenir las otras enfermedades”, dice el galeno, quien también destaca la necesidad de que se invierta en investigación, en infraestructura física y en un sistema informático capaz de enlazar a toda la red sanitaria.
En una entrevista reciente, el propio presidente Abinader declaró que uno de los grandes temas pendientes que tiene es dotar al país de un sistema de salud como el pueblo se merece.
Reconoció que la inversión está muy por debajo de lo que debe ser, pero aseguró que la irán aumentando, pues ese sector es uno de las 12 reformas que impulsa su gestión.
Como parte de un máster plan que –dijo– han diseñado, ya tienen en licitación unas 75 ambulancias para la creación de un sistema interurbano, así como la construcción de cinco hospitales regionales que brinden servicios de salud especializados que actualmente no existen en las zonas seleccionadas.
En lo inmediato, sin embargo, uno de los principales retos que tienen las autoridades de Salud Pública es lograr completar la meta de 7.8 millones de personas inoculadas que contempla el Plan Nacional de Vacunación contra el COVID-19.
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En mayo pasado, el Ministro de Salud, Daniel Rivera, estimaba que para agosto podrían haber llegado a esa cifra, pero a la fecha, solo 4.4 millones han completado su esquema de dos dosis, y sigue pendiente una tercera dosis de refuerzo que solo se han aplicado poco más de 519,000 personas.
Revertir el golpe pandémico a la educación
Luego de un año escolar inédito producto de la pandemia, en que el Gobierno hizo una enorme inversión económica para garantizar el acceso a la educación de 1.8 millones de estudiantes del sector público, al pasar balance se registró una fuerte deserción escolar, punto de mira en el que deberá enfocar su accionar para revertirla.
Producto de la falta de conectividad, de dispositivos y, en menor escala, de aparatos de televisión y de radio, miles de estudiantes no pudieron tomar clases, por lo que el sistema educativo dominicano tiene un reto: hacer un esfuerzo mayor para retener a los alumnos en las aulas, para no ahondar las brechas existentes.